Por Marina Pennesi, Pérez Millán, Provincia de Buenos Aires. Mamá de Santa.
Las vacaciones golpearon la puerta y aparecieron las dudas: bebés, teta, pañales, mamaderas, pandemia, descanso y papillas. ¿Viajamos igual? Apuesto que este planteo, replica bastante en distintos hogares por estos días.
Mi mente recorrió muchas posibilidades para que ella y nuestros pies descansen un rato. Pero el bebé no se despega de la teta en este día caluroso y los hermanitos salpican con la manguera. Entonces, planeamos. Mate en mano, también replican las ideas.
Primer paso: confié que todo estaría bien, si elegíamos destinos seguros y contábamos con la información certera, precisa y oportuna para el manejo de los viajes durante este período de lactancia, sumado al marco de una pandemia mundial.
Después, pusimos manos a la obra. Nos asesorarnos. Siempre reafirmando que el turismo es una gran herramienta adaptable a cada situación, para darnos la posibilidad de una conexión con nosotros mismos y el entorno.
Así, tuvimos en cuenta que quiénes elegimos la lactancia como forma de crianza, estamos asegurándonos practicidad, seguridad nutricional, hidratación, mimos, confianza y espacios de fortalecimiento de vínculos con toda la familia. Aunque es una modalidad que, a veces, presenta dificultades, puede resultar posible con el acompañamiento y la práctica correcta.
Por ello, ¡a pasear! Y siempre arrancamos… Un ratito, a pie, cerquita y con calma. O más lejos… y ponemos la cola en el asiento del auto, del tren o del colectivo, aseguramos cinturones y pensamos que el bebé no tiene horarios fijos, que debemos hacernos ecos conjuntos de sus necesidades.
Si una mamá no viaja en ese instante, también es posible guardar la leche para ser suministrada con las medidas necesarias, que ni el relieve, ni la estación del año, ni la economía, son impedimentos para recibir un rayo del sol, que pegue en la cara y renueve las ganas de compartir. Incluso, si la decisión pasó por ver las nubes desde arriba y volar en avión con los infantes, hay consejitos imperdibles, tales como amamantar durante el despegue y aterrizaje para minimizar las molestias de oídos, la ubicación en el sector de ventanilla o regular las tomas según las temperaturas y los requerimientos.
Pasear es salud, dicen las abuelas. Aportemos cada uno y entre todos, los recursos de respeto, empatía, solidaridad, hospitalidad y buenas prácticas, transformando las realidades en momentos sanos para un mundo un poquito mejor, recordando la importancia de las voces calificadas para brindarnos información.