Marcelo Pérez Peláez, fotógrafo marplatense
Cuando el eslogan de la ciudad refiere “Tenemos Todo” también incluye los matices de un sitio que cambia notoriamente una vez concluido el verano. La Mar del Plata más íntima, natural y con marcados contrastes aparece con la llegada del otoño y es una experiencia maravillosa para disfrutar.
En épocas de distanciamiento y encierro, producto de las medidas por la pandemia, una manera de poder recorrer la “ciudad feliz” es disfrutar de las diversas fotografías y videos que los marplatenses compartimos a diario en las redes sociales. Ello me inspira cotidianamente a captar imágenes en cada oportunidad que encuentro, ya sea camino al trabajo o cuando hago actividad física al aire libre.
¿Pero qué tiene de especial Mar del Plata en una estación que se presenta lluviosa, fría y con arboledas desprovistas de hojas? Precisamente eso. El otoño nos da la oportunidad de presenciar cielos cargados de nubes, arcoíris sobre el mar, oleajes revueltos y colores ocres, marrones y anaranjados que enamoran.
La naturaleza se manifiesta más libre cuando el conglomerado de gente ya no circula por los espacios abiertos y las aves se animan a pasearse como las verdaderas dueñas de la ciudad. Se vive una conexión única con la naturaleza.
Contemplar la costa, el mar y su espuma y los demás atractivos de la ciudad con el encanto de esta estación es algo que inspira y es por ello que comparto alguna de mis tomas fotográficas para validarlo.
Soy un enamorado de la ciudad en esta época del año. Sólo hay que abrigarse un poco para salir y tomar la cámara o usar el celular para no perdernos de los hermosos paisajes que nos brinda esta Mar del Plata más íntima y natural.