Por lic. Fernando Westergaard
A orillas del Río Uruguay, la producción artesanal de miel en la ciudad entrerriana de Colón despierta el sentido del gusto gastronómico de las familias y visitantes que conjugan el descanso con el bienestar a la hora de desenchufarse de la rutina diaria y saborear una delicia única. Emprendimientos apícolas elaboran este noble alimento, favorecidos por el contexto de montes y eucaliptales y la diversa flora autóctona que puebla las márgenes del río, propiciando una rica variedad de mieles multiflorales de eucaliptus, chilca y yatay.
La producción de miel es cíclica en “la capital del turismo entrerriano”. En agosto arrancan los primeros trabajos de alimentación de las colmenas para esperar una buena floración de septiembre en adelante. Algunos apicultores hacen una primera cosecha “flaca” a mediados o fines de diciembre. El resto se concentra en las dos siguientes, a mediados de febrero y entre marzo y abril. Sin conservantes, aditivos ni agroquímicos, la miel artesanal de Colón tiene un polen muy completo en proteínas; predominando un color oscuro e intenso, por la fuerte presencia de minerales.
Las mieles de nuestras vidas
Entre los visitantes, al adentrarse en estos emprendimientos y conocerlos de cerca, sorprende tanto al tomar contacto con el recorrido en tiempo real de los procesos de producción y la tarea de las abejas, como dimensionar que la miel puede reemplazar al azúcar prácticamente en todas sus variantes, favoreciendo al organismo por sus propiedades saludables.
En las charlas con los productores se toma conciencia de los usos habituales de este noble alimento en panificación, tanto en las galletitas de miel propiamente dichas como en otras variedades dulces. Además, se destaca que la creciente industria cervecera artesanal la tiene como protagonista en su variedad “honey”. Nunca está de más, por supuesto, subrayar que la miel acompaña históricamente los desayunos y las meriendas cuando se la incorpora en infusiones y se la unta en tostadas de pan, galletas y galletitas de agua varias, según las tradiciones de cada región del país.
Subproductos de la miel son también muy demandados como la cera, el polen, el propóleo e incluso los caramelos. Se trata de un producto de alta nobleza, versátil y de fácil conservación; capaz de acompañar procesos terapéuticos al ayudar a regular el azúcar en sangre, mejorar funciones cerebrales, minimizar alergias, promover la recuperación del sueño, reparar heridas, quemaduras y úlceras, hidratar la piel, estimular el sistema inmunológico y por supuesto mejorar la congestión nasal y aliviar los dolores de garganta.
Un bien saludable
Argentina tiene a la producción de miel entre sus principales actividades económicas y particularmente la miel de la región de Colón, en Entre Ríos, no sólo es reconocida nacionalmente, sino que se exporta a diferentes países por su excelente calidad y pureza.
En Colón, cada emprendimiento vende sus productos e invita a visitar sus establecimientos, pero, además, es común encontrarlos en tiendas regionales. Hay quienes incluso la incorporan en recetas tan variadas como cerdo a la miel y también para saltear cebollas en variedades de pizzas.
En cualquier caso, la miel es un componente esencial de la oferta de turismo saludable de bienestar en Colón, que se complementa con la naturaleza exultante del Parque Nacional El Palmar; la experiencia única de las termas; el Río Uruguay, con su costa de arenas y vegetación nativa y sus islas y diversas propuestas de actividad recreativa al aire libre, que cada año suscitan mayor atención para recargar energías y pasarla de maravilla.
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