Desde la visita de Magallanes hasta el equipo de exploración del Beagle en 1833, la imperturbable Ría Deseado conservó las características armoniosas de una región inalterada por el tiempo. Hoy en día el mismo preponderante encanto natural, aún vivo y fascinante, embriaga a los espectadores con los vívidos colores, las sensaciones más emocionantes y el coraje más indómito, para aventurarse a conocer todos los inhóspitos rincones rocosos, enigmáticas islas y magníficas criaturas que las habitan.
La Ría Deseado por sí misma contempla estoica más años de los que es posible documentar, manteniendo consigo recuerdos de todas las épocas, como un coleccionista dedicado plenamente a su tarea. Registra los más interesantes vestigios prehistóricos en sus superficies bañadas de ignimbrita, las huellas de tribus locales en las flechas dispersas entre matorrales y picaderos olvidados, traza senderos en sus cañadones para contar historias corsarias, y en los monumentos de sus costas, erguidos para honrar a los valientes y los caídos. La Ría Deseado con su larga historia y su impresionante fauna, obtiene un puesto notorio entre las maravillas de la Patagonia, un puesto, que garantiza a sus visitantes una experiencia gratamente inolvidable.
Dentro de su cauce de agua marina, que se interna por más de 40 kilómetros a la meseta patagónica argentina, la Reserva Provincial Ría Deseado es sólo un nombre precedente que apenas alcanza para darnos una vaga idea de las maravillas bajo su protección. En sus cautivantes aguas turquesas la abundante biodiversidad explosiona creando patrones de color en los cañadones, con un cielo vibrante en gamas naranjas, rosas y púrpuras que pintan los amaneceres y atardeceres más hermosos jamás contemplados.
La región que permitió a Darwin dar avances en su teoría de la evolución y los rasgos adaptativos, nos permite conocer a una amplia variedad de aves que habitan camufladas en las barrancas que bordean el interior de la Ría y sobre los cañadones e islas que la componen. De plumajes neutros y figuras elegantemente equilibradas, los cormoranes, de los cuáles la Ría Deseado es capaz de presumir gran cantidad de ejemplares de las cuatro variedades (Gris, Rockero, Imperial y Biguá), se enumeran entre las cuantiosas especies que vuelven a la fauna deseadense tan fascinante; llamativos ostreros de picos anaranjados, parejas de patos, cisnes, flamencos, garzas bruja, macaes y petreles, cantando en los altos cañadones o planeando sobre los amplios territorios de la Reserva, nos permiten obtener fotografías paisajísticas de gran encanto y auténtica belleza.
Los pingüinos de Magallanes, habitantes habituales de las costas patagónicas, anidan en el interior de la Ría, nadando cerca de los muelles y costas de la localidad durante sus viajes diarios para aprovisionarse de comida. Pero no son los únicos gobernantes de las islas de la reserva, pues aún en su acostumbrado letargo, los lobos marinos rigen sobre las aguas tanto como sus vecinos pingüinos, y divierten a los espectadores con su pereza y curiosidad, cuando son visitados por las lanchas que pasan cerca de su colonia.