Por María Eugenia Godoy, periodista de Buenos Aires.
Si buscas divertirte en familia, pareja, amigos o simplemente con gente que luego pueden llegar a serlo, lo encontrarás en el rafting. La aventura y diversión serán el resultado de un trabajo dinámico en equipo, cuando desde un bote inflable (gomón) y con remos irán descendiendo en dirección de la corriente del río. Por supuesto que hay ríos con niveles de dificultad más altos y otros con menos, pero en este artículo nos centraremos en la experiencia de rafting sobre el río Atuel de la ciudad de San Rafael, Mendoza, Argentina.
Hora de aventura
Llegamos, mi hijo, mi marido y yo a través de un tour de aventura a San Rafael y era el día en el que nos tocaba hacer rafting sobre el río Atuel. Este presenta un nivel de dificultad de II a III (en una escala de I a VI, siendo I el más fácil y el VI de carácter innavegable). En la zona del Portal del Atuel se encuentra la empresa que se encarga de brindar el servicio con guías experimentados y todas las medidas de seguridad para que puedan disfrutar todas las edades (excepto niños muy pequeños, al menos yo no lo recomendaría) y personas con discapacidad.
Allí, nos esperaban con chalecos, casco, bote y remo. Conformamos un equipo de ocho personas (hombres, mujeres de diversas edades y niños) acompañados por un guía que desde una punta del bote nos daba las directivas para remar, hacia delante, atrás o simplemente levantar los remos y dejarnos llevar por la corriente. Por supuesto que previo a llevar el bote inflable hacia el río, el guía nos brindó una charla informativa sobre cómo colocar los pies para no caernos, cómo tomar el remo y remar.
No todos los del equipo reman, pero quienes lo hacen se deben sentar en la orilla de la embarcación y coordinar el movimiento del remo con los demás remadores.
Una vez que obtuvimos los detalles técnicos ¡nos lanzamos a la aventura! El Atuel casi no da tiempo a ir muy tranquilo sobre aguas calmas, luego de remar de manera recta comienza el movimiento con pequeñas subidas y bajadas, luego calma, para retomar un movimiento veloz.
Cuando los remadores (especialmente principiantes) ya “entraron en calor” se produce el descenso que hace que el agua vaya de frente hacia el equipo remador y ahí se pueden observar diversas reacciones de sus ocupantes: miedo, sorpresa, placer y alegría. No hay que dejar de lado el momento en el que, sin querer, terminamos compitiendo con el resto de los gomones, que tal vez se quedaban atrás pero cuando nos alcanzaban comenzaban a tirarnos agua con sus remos y nosotros a ellos, claro. Realmente los guías crean un clima de camaradería que hace que una vez finalizada la actividad continúe el espíritu de equipo entre los ocupantes del bote. Lo recomiendo. Sin dudar, hacer rafting en San Rafael es una verdadera diversión natural.