La vicuña, cuyo nombre científico es Vicugna vicugna, pertenece a la familia de los camélidos y son parientes de las llamas, alpacas y guanacos. Se diferencian por su tamaño y su pelaje, siendo más pequeñas, de color marrón en el lomo y blanco en el vientre. Llegan a medir en su adultez entre 1,50 y 1,70 cm. de altura y tener un peso de hasta 50 kilos. Suelen tener una cría por parto luego de un periodo de gestación de 11 meses. Son animales herbívoros que se alimentan de pastos y pequeños arbustos y su hábitat se encuentra a una altura mayor de 3.000 msnm por lo que están adaptadas al clima árido y al frío de las alturas. Las principales poblaciones de vicuña se encuentran en las zonas andinas de Catamarca, San Juan, La Rioja, Salta y Jujuy. También se encuentran en Chile, Bolivia, Perú y Ecuador.
En la fría e inhóspita puna, donde la vida es un permanente desafío, las vicuñas fueron un verdadero tesoro para las sociedades andinas ya que de ellas obtenían sustento y abrigo. Los Incas veneraban a estos nobles animales y observaban estrictas reglas de utilización para asegurar su supervivencia: limitando su caza, celebrando rituales y dando ofrendas a sus Dioses.
En tiempos incaicos, la obtención de carne y fibra de vicuña se hacía a través de los “Chakus”, palabra quechua que significa: “captura de vicuña” que consistían en rodear amplias zonas mediante un “cordón humano” para arrear a las vicuñas hacia corrales de piedra donde se capturaban, realizaban un conteo y seleccionaban los aptos para el consumo y la esquila. El Chaku, es un legado de los antiguos pobladores de éstas tierras, transmitido de generación en generación que consiste en pedir permiso y agradecer a la madre tierra, la Pachamama y con la ayuda comunitaria proceder al arreo de las vicuñas en sagrado silencio, formando entre ellos un gran corral, ayudados con sogas con hilos de colores llamados chimpas o chimpeadas, hasta que las vicuñas llegan a los corrales para posteriormente ser esquiladas de forma manual para luego ser liberadas. Fuera de ello la caza estaba prohibida.
Las vicuñas son un recurso muy preciado y necesario, cuya lana se caracteriza por su delicada textura y su magnífico color, las artesanas catamarqueñas elaboran en sus rústicos telares delicadísimos tejidos, que van desde ponchos, chales, corbatines, mantas, hasta otras prendas que son codiciadas por los turistas que llegan a nuestra provincia. Las prendas también son exhibidas en distintas ferias y eventos principalmente en la Fiesta Nacional e Internacional del Poncho, cruzando fronteras para transmitir al mundo saberes milenarios que generan orgullo por su excelencia y dedicación.
Gastronomía regional, artesanías, música, canto, baile coronan cada jornada de trabajo y la alegría de un pueblo que contagia a los turistas y visitantes que llegan a compartir esta tradicional fiesta puneña. Revivir la milenaria tradición del “Chaku” es sentir la emoción de acariciar una vicuña, apreciar la suavidad de su vellón y comprender a través de la convivencia con los lugareños, cómo es la vida y el sentir de las comunidades puneñas.
Fuente. Ministerio de Turismo de la Provincia de Catamarca