La Isla Martín García está ubicada en la confluencia del río Uruguay con el Río de la Plata, a unas dos horas en lancha colectivo desde el puerto de frutos del partido bonaerense de Tigre, y su territorio fue incluido en la jurisdicción del partido de La Plata, aunque su funcionamiento es administrado por la Dirección de Islas de la provincia de Buenos Aires.
El director de Islas de la Provincia de Buenos Aires, Eugenio Ligessmeger, dijo que “la principal actividad económica de la isla Martín García es el turismo, y antes de la pandemia podía llegar a recibir entre 400 y 500 visitantes en un día de fin de semana o feriado; pero la gran mayoría de los isleños trabajan para organismos públicos o son jubilados con lo que la suspensión del turismo no complicó tanto la situación”.
Por las condiciones de aislamiento, la isla no presentó contagios pero igual cumple con los protocolos sanitarios y buscan la reactivación de la actividad turística.
Su Historia :
En la época de la colonia, el lugar era ideal para albergar a los presos más peligrosos de la ciudad de Buenos Aires, como así también de la vecina Montevideo. Nadie podía escapar de ella, ya que allí el Río de la Plata se vuelve bravo, intolerante y anchísimo, y el Uruguay desagua con tanta fuerza que es imposible cruzarlo a nado. Quizás por ello, el antiguo penal fue en lo primero que se pensaba cuando se nombraba a la isla en esa época.
Los presos trabajaban en las canteras de granito (hoy inundadas por una hermosa laguna llena de plantas acuáticas) y volcaban la producción de adoquines en grandes carros que, mediante un sistema de rieles, llegaban hasta el muelle de la isla donde las piedras eran cargadas en los barcos.
Estos primeros “adoquines” dieron origen a las calles de lo que hoy se denomina el casco histórico de la ciudad de Buenos Aires, sobre todo la calle Defensa, que fue la primera en comunicar el puerto de Buenos Aires con la Plaza de Mayo o la Plaza del Mercado, como se la conocía entonces.
Pero no sólo presos comunes albergó la isla. El lugar fue pensado a lo largo de la historia como ideal para mantener incomunicados a distintos líderes políticos.
Entre estos, aparecen Hipólito Irigoyen (quien estuvo en la isla en dos oportunidades), Marcelo T. de Alvear (quien llegó con su mujer, su médico personal y toda su comitiva, además de llevar su inodoro personal de porcelana pintado, que hoy se exhibe en el museo de la isla), Arturo Frondizi y Juan Domingo Perón, creador del Movimiento Nacional Justicialista (conocido luego como Peronismo).
La estadía de este último fue muy breve, duró sólo 3 días (del 14 de Octubre de 1945 al 17 de Octubre de 1945), pero significó uno de los hechos más importantes que cambiarían para siempre la historia de nuestro país. Para bien o para mal, las lecturas de los hechos son múltiples y aún lo siguen siendo. De la isla, salieron las cartas que dieron instrucciones precisas a Eva Perón, para el famoso levantamiento popular del 17 de Octubre.
Además de la política argentina, Martín García fue testigo de numerosos combates. Vio pasar las flotas anglo francesas. Demoró a los tripulantes del acorazado Graff Spee. Observó huir al Almirante Brown hacia Montevideo para luego verlo invitar a las tropas españolas a hundirse en los Bajos del Temor. Funcionó como lazareto y puerto de cuarentena con las epidemias de cólera y fiebre amarilla que se registraron en Buenos Aires y Montevideo. Vio caminar por sus calles al poeta Rubén Dario, entre tantos otros hechos notables.
Desde el año 1973, se declaró a la isla de jurisdicción Argentina y fue recién con la vuelta de la democracia en el año 1983 que fue declarada Monumento Histórico Nacional y Reserva de Flora y Fauna. De esta manera, pasó a explotarse como un atractivo turístico que vale la pena visitar.
La visita guiada es muy interesante para familias con niños en edad escolar ya que pueden conocer el Antiguo Penal Militar, el Lazareto, los cañones centenarios, el primer faro, la estación aérea, el antiguo cine/teatro, las casas donde permanecieron en carácter de presos los ex presidentes argentinos y la casa donde estuvo alojado Rubén Darío cuando escribió la “Marcha triunfal”.